los vecinos pintaron todas las casas de la localidad
Sábado 10 de junio de 2006
Publicado en edición impresa DIARIO LA NACION
La estación fue elegida como el edificio histórico mejor pintado
"Pinta tu aldea y pintarás el mundo", dice una frase célebre. Así lo entendieron los vecinos de Arenaza, localidad de no más de 2000 habitantes que queda a 350 kilómetros de la Capital Federal, cuando la reconocida artista plástica Teresa Pereda propuso pintar las casas del pueblo para festejar los 100 años de la localidad. Fachadas rosas, verdes y amarillas se mezclan con el verde de los árboles y el azul del cielo. Para marzo de 2004 todo Arenaza se vistió de colores para festejar el centenario.
Han pasado dos años de la pintada de Arenaza, pero la frescura de los colores sigue viva en sus habitantes, que muestran orgullosos los frentes de sus casas. Paredes rosas, marcos de ventanas amarillas, rejas verdes y verjas azules se mezclan entre las calles del pueblo.
La historia empezó en 2003, un año antes del centenario, cuando un grupo de 25 vecinos empezó a reunirse en el Club Social y Deportivo del pueblo para pensar qué hacer para el cumpleaños número 100 de Arenaza. "Justo en ese tiempo yo había tenido que viajar a Ballivián (Salta) para integrar el jurado de un concurso sobre fachadas pintadas y me pareció ideal para proponerlo en Arenaza", contó Pereda, que desde hace 27 años vive en el campo, a 5 kilómetros del pueblo.
"Al principio la gente no entendía bien cómo iba a quedar todo, así que les propusimos a unas 8 familias que pintaran sus casas como modelo, esas familias fueron las pioneras. Una vez que el resto del pueblo vio cómo había quedado la cuadra piloto se entusiasmaron y todos quisieron pintar sus casas", recordó Juan José Vicente, nacido en Arenaza y uno de los responsables de manzana que tuvo el proyecto.
Gestos solidarios
Una vez que la idea prendió en los vecinos, se consiguió que dos empresas agropecuarias de la zona donaran la pintura y las pinturerías Avenida y Sarmiento de Lincoln, ciudad cabecera del partido, la dejaron a precio de costo. "Mi función fue entusiasmar a los demás vecinos a usar el color", dijo Pereda que tres veces por semana pasaba sus tardes en el club asesorando a los vecinos que se acercaban buscando consejos estéticos. La elección de los colores fue totalmente libre.
Los responsables de manzana pasaban casa por casa con una cartilla de 12 colores látex y 12 de esmalte sintético para que las familias eligieran las combinaciones.
Durante todo febrero de 2003 no hubo un vecino que no agarrara un pincel. Hombres, mujeres, ancianos y niños, todos pintaron su casa y su mundo. "Si te quedabas quieto te pintaban a vos", bromeó Vicente.
Luego, un jurado formado por el pintor Luis Felipe Noé, Mercedes Casanegra, presidenta de la Asociación Argentina de Críticos, y Adrián Luengo, arquitecto y artista plástico de Lincoln recorrió las calles de Arenaza con la difícil misión de designar las casas más destacadas. La estación del ferrocarril, en la que hoy funciona una biblioteca, fue reconocida como el edificio histórico mejor pintado.
Partiendo de la base que todos tienen una capacidad creativa, y que sólo hay que generar el espacio para que esta se desarrolle, el "leitmotiv" del proyecto fue: "Si podemos cambiar un pueblo también podemos cambiar un país".
"Toda la comunidad se unió para que Arenaza estuviera lo más lindo posible", resumió Fabián Ferrari, director del Museo Histórico. Hoy, la idea de los vecinos es que se vuelvan a pintar las fachadas, para mantener vivos los colores y la esperanza de una localidad que se animó a ser distinta. Más allá de embellecer la cara del pueblo, Arenaza de Colores -como se llamó el proyecto-, dejó asentada la seguridad que cuando se unen, las comunidades se hacen fuertes y pueden ser protagonistas de su propia historia.
Por Inés Hayes Para LA NACION
No hay comentarios:
Publicar un comentario